¿Por qué el movimiento feminista tiene que sumar a su agenda la lucha contra la criminalidad económica?
Los feminismos han logrado poner en la escena pública que el capitalismo se sostiene mediante la desvalorización de tareas realizadas por mujeres y géneros feminizados. En esta división sexual del trabajo, el conjunto de actividades llamadas "reproductivas" y de cuidado recaen mayoritariamente sobre las mujeres y cuerpos feminizados, a la vez que son invisibilizadas. Los feminismos han demostrado que sin ellas, las tareas y labores del ámbito productivo son impensables. Así se entiende la propuesta del paro del 8M: poner de manifiesto cómo sin el trabajo de las mujeres se pone en jaque el modo de producción capitalista. Estos desarrollos teóricos acompañados de forma inseparable de una práctica de organización y movilización política, han producido una actualización en la definición de trabajo en relación a quiénes son lxs sujetxs reconocidxs como trabajadorxs. Asimismo, se ha profundizado la conceptualización de qué se entiende por producción de valor en el capitalismo contemporáneo.
En el Equipo de Investigaciones Feministas sobre el Poder Económico partimos de la base de que en el sistema capitalista contemporáneo los mercados legales conviven con los mercados criminales. Es decir, los flujos de dinero lícitos se producen y reproducen también con dinero ilícito, haciendo prácticamente imposible separarlos como lógicas diferentes. En definitiva, los mercados legales y criminales se sostienen gracias a los fuertes lazos sociales que relacionan a miembros de las organizaciones criminales, bancos, empresariado, funcionarios públicos, entre otros actores. Allí se replican las mismas acciones y mecanismos que persiguen un mismo fin: acumular y concentrar capital. Estas dos caras del mismo sistema -la legal y la ilegal- tienen como cómplice fundamental la división sexual de tareas que produce y reproduce el patriarcado. En ese sentido, la perspectiva de género(s) resulta crucial para entender el fenómeno del capitalismo contemporáneo y la criminalidad económica en toda su complejidad.
Esta perspectiva es la que nos permite iluminar la función estructurante que tienen las desigualdades de género(s) en algunos mercados criminales. Éste es el caso, por ejemplo, del mercado de trata y explotación sexual. Aquí, la lógica patriarcal origina este mercado que tiene a las mujeres y niñas como las principales víctimas. Existen otros mercados criminales que están directamente relacionados con el aumento de la violencia machista. Este es el caso del mercado de fabricación, tráfico y compraventa de armas. Según datos del INECIP, 1 de cada 4 femicidios se producen con armas de fuego adquiridas de manera ilegal. En ambos ejemplos es posible ver de qué manera la estrecha conexión entre los flujos de dinero lícitos e ilícitos hace posible lavar las ganancias de esos mercados criminales, habilitando de esa manera su expansión y la reproducción de la violencia patriarcal.
Por eso este 8M queremos poner en evidencia que los delitos de los poderosos impactan con mayor crueldad en las mujeres, lesbianas, travestis y trans; y que el patriarcado está estrechamente vinculado con la producción y reproducción de la criminalidad económica.